¿A quién le puede
sorprender el audio que ayer oímos de Mario Silva? ¿No es verdad que oímos lo
que todos sospechábamos y esperábamos que algún día se supiera? La fuerza del
mismo no viene dada solo por el contenido del mismo, sino por quién lo dice, a
quién lo dice, y el momento en que lo dice.
Mario Silva se había
convertido en la fuente más importante que tenía la opinión pública a
información de inteligencia, por lo que se ve ahora, inteligencia cubana
exclusivamente. Mario Silva es un agente cubano de inteligencia dentro del
chavismo; el audio que oímos lo dejó al descubierto y en la más clara
humillación: es un pobre espía.
Mario Silva se había
convertido es un sembrador de odios patentado, confeso e impune que cada noche vertía
sobre sus enemigos sus infamias y tergiversaciones, aprovechando la información
de inteligencia que el G2 y sus informantes le suministraba. Lo que ayer
ocurrió era lo que esperábamos que empezara a ocurrir: el odio que se consume a
sí mismo y destruye el sistema en su misma maldad y podredumbre.
Ese odio que se
manifestaba sobre los opositores y su lucha, es el mismo que se ahora vierte sobre
la alta dirigencia de la “revolución” y sus corruptelas: entiéndase Diosdao
Cabello con CADIVI-SENIAT, José Vicente Rangel con sus contratos, y sobretodo
Jorge Arreaza (la misma familia Chávez) con VTV.
No son acusaciones de
corrupción sobre mandos medios e irrelevantes. Estamos hablando que las cabezas
políticas y morales de la revolución están bañadas de corrupción y son
protegidos hipócrita e incondicionalmente por el Sistema de Justicia, la Fiscalía,
la Contraloría General de la República, la Defensoría del Pueblo, el SIBCI, el
SEBIM, el DIM, el CICPC, la PNB, y todo el aparato del Estado corrompido
también.
Estos personajes
poderosos y enchufados han desangrado al país; su poder, altanería y riqueza
contrasta con el pueblo llano (chavista y opositor) que pasa horas en una cola
para echar gasolina, comprar alimentos, sacar un permiso, acceder a divisas.
Con ese pueblo víctima de la violencia, de la inflación, de la pobreza.
El odio se ha servido
de Mario Silva para sacar a relucir la verdad. Un odio que se consume a sí
mismo y se inmola involuntariamente en su maldad, que se destruye en una
especie de metamorfosis para dejar relucir la pureza de la verdad, el mejor antídoto
para el mal que nos gobierna desde hace 14 años.